Este espectáculo cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro (INT),
el Instituto para la Protección y Fomento de la Actividad Teatral de la Ciudad de Buenos Aires (ProTeatro) e Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.



Sinopsis
"Supe al instante que era del estilo de las Selvas Naranjas, de las descendientes de Lilit. Sabía que podía ser terrible y perfecta, como un huracán que te levanta en vuelo y te arroja al mar"
Lucía se prepara para recibir a un ex, Eugenio, después de diez años sin verse. Lo invita a cenar a su departamento. En la velada cantan, bailan, recitan versos, cuentan historias mitológicas y recuerdan anécdotas del pasado. Eugenio, entre la incomodidad y el deslumbramiento, va cediendo a las excéntricas propuestas de Lucía.





Propuesta artística
"Selva Naranja es como las ninfas, su sensibilidad no es humana, su risa es de agua joven, es salvaje. Esconde la muerte bajo su blanca piel desnuda. Olvida todo lo pasado, siempre es un nuevo comienzo para ella. Ama a una serpiente que le da placer. Es cálida como un fuego nocturno; el fuego de una vela o una hornalla en una habitación en penumbras."

La pieza se pensó para un “Teatro de Cámara”. Es decir, para un espacio de representación reducido, con una platea que no supere los quince espectadores y así conseguir una cercanía estrecha con la acción. Generando un clima intimista, de encuentro personal, que rompa con la distancia clásica entre platea y espacio escénico. Se busca generar un efecto semejante al del primer plano cinematográfico, donde hasta el más mínimo gesto del actor es percibido.

Selva Naranja es, de algún modo, una adaptación de la primera parte de la Orestíada de Esquilo: Agamenón, pero en clave contemporánea y con la introducción de otros tópicos pertenecientes a otros mitos trágicos. Lo que se intenta tomar del Agamenón son las acciones performáticas: la llegada de un hombre después de diez años de ausencia y la puesta en marcha del crimen de venganza por parte de una mujer. Tomando esto como cáscara, se elabora un acontecimiento nuevo donde se reflexiona sobre algunas representaciones mitológicas sobre lo femenino (Eva, Lilit, Pandora, Medea, Clitemnestra, las sirenas, las arpias y las brujas, entre otros modelos) y sobre el pendular sutil entre el odio y el amor.




Es también un estudio sobre la posibilidad de un teatro trágico contemporáneo. Trabaja la relación de tensión entre las poéticas realistas (miméticas) y el artificio teatral. Se mezcla lenguaje poético -inclusive textos en verso- con lenguaje coloquial hiperrealista, fortificando la fricción entre elementos miméticos y teatrales. 


Entre el mito y la contemporaneidad, el humor y la tragedia, la irracionalidad y la lógica de un crimen evitable, se mueve el registro de la pieza. 

Es la primera parte de la Trilogía de Amores Trágicos, compuesta por Selva Naranja, La francesita y Nacha Parralde.